
 
México se encamina hacia la etapa más estricta del etiquetado frontal de advertencia, una política que ha transformado de raíz la industria alimentaria desde su implementación en 2020. Considerado un modelo de referencia internacional en materia de salud pública, el sistema tiene como objetivo reducir la incidencia de enfermedades no transmisibles como la obesidad, la diabetes y la hipertensión —problemas que afectan a millones de mexicanos y presionan al sistema sanitario nacional—.
La Fase 2, vigente desde octubre de 2023, ya impone límites más exigentes para el uso de sellos de advertencia en productos preenvasados, contemplando umbrales más bajos de calorías, azúcares, grasas saturadas, grasas trans y sodio. Pero el verdadero cambio llegará con la Fase 3, originalmente prevista para 2025 y ahora prorrogada hasta el 1 de enero de 2028, según el reciente anuncio del Diario Oficial de la Federación (DOF).
Qué cambia con la Fase 3
La siguiente etapa implicará una revisión integral del perfil nutrimental de los alimentos y bebidas: no solo se evaluarán los ingredientes añadidos, sino también aquellos presentes de forma natural. En la práctica, bastará que un solo nutrimento crítico supere los límites establecidos para que el producto deba portar los sellos de advertencia.
Esto supone un reto técnico y económico significativo para la industria alimentaria y de bebidas, que deberá profundizar en procesos de reformulación, buscar alternativas en ingredientes y adaptar sus estrategias de comunicación frente a un consumidor cada vez más consciente.
 
Impacto en el retail: reformulación, comunicación y experiencia en el punto de venta
El etiquetado frontal no solo ha transformado la manera en que los fabricantes desarrollan productos, sino también cómo los retailers gestionan el surtido, la exhibición y la comunicación en tienda. Los sellos de advertencia tienen un impacto directo en la decisión de compra, y las marcas han debido reconfigurar su narrativa de valor, enfocándose en mensajes como “natural”, “sin sellos” o “formulación mejorada”.
Para los supermercados, tiendas de conveniencia y plataformas digitales, el nuevo marco normativo implica:
- Ajustar el layout de categorías, priorizando productos reformulados o con atributos saludables.
 
- Desarrollar estrategias de comunicación clara que ayuden a los shoppers a identificar opciones balanceadas.
 
- Fortalecer la colaboración con proveedores, anticipando cambios en empaques, etiquetas y lanzamientos.
 
Más que cumplimiento: una oportunidad de innovación
Pese a las complejidades, el endurecimiento del etiquetado también abre un espacio de innovación y diferenciación. Las marcas que logren adaptar sus productos sin comprometer sabor, calidad ni precio podrán posicionarse con ventaja en un mercado donde la salud y la transparencia ganan protagonismo.
Asimismo, el auge del consumo consciente impulsa nuevas categorías —snacks saludables, bebidas sin azúcar, productos plant-based— que ofrecen oportunidades para retailers y fabricantes dispuestos a anticiparse al cambio.
 
Un modelo bajo la lupa internacional
El etiquetado frontal mexicano ha sido reconocido por organismos como la OMS y la OPS por su impacto en salud pública y su claridad comunicacional. Sin embargo, expertos coinciden en que debe integrarse en una estrategia más amplia de educación alimentaria desde la infancia para lograr efectos duraderos.
La entrada en vigor de la Fase 3 de la NOM-051 marcará un nuevo punto de inflexión para el ecosistema del consumo masivo: una etapa que exigirá a la industria alimentaria y al retail adaptarse, innovar y comunicar de forma más responsable, en línea con una sociedad que demanda información clara, alimentos saludables y marcas con propósito.